“El máximo peligro se da en el momento de la victoria”
Napoleón Bonaparte
Decía Gibbon que las causas de la caída del Imperio Romano estaban en las mismas razones que le habían dado el éxito durante su fundación por Augusto.
En los negocios nos pasa lo mismo. Aquello que nos dio el éxito puede convertirse en el factor que nos lleve al fin.
¿Cómo se produce esta paradoja?
Existen varias causas aunque todas ellas relacionadas. La primera es la propia autocomplacencia. Nos lo creemos. En los momentos difíciles todo es tensión, foco en el negocio y el cliente, búsqueda de oportunidades, mejora…Con el éxito viene el acomodo (no siempre, claro) y cosas tan peligrosas como “no cambies lo que funciona” “esta empresa se ha hecho así y ahora no vamos a cambiarla”. Pero las ventajas cada día duran menos. La competencia es cada día más rápida y más preparada y nos imita y supera. Así que tenemos que tener algo preparado para sorprenderlos apenas tenemos éxito.
En segundo lugar cualquier modelo de negocio se basa en unos factores que hemos sabido ver que otros aún no han visto. Estos factores (hábitos del cliente, tecnología) están sujetos a cambios. Si no estamos alerta a esos cambios, y hay formas de hacerlo que trataremos en próximos posts, corremos el riesgo de quedarnos obsoletos de un día para otro. Y sin saber porque.
El tercer caso es que haya acertado sí, pero por casualidad. Hemos dado con algo que el cliente aprecia pero sin comprender del todo al cliente. Eso nos vuelve muy vulnerables a cualquier acción de la competencia que si comprenda bien al usuario. Este fue el caso de Blackberry y la razón de su gran éxito y su tremendo y fulgurante batacazo.
Blackberry supo ver en su momento que los clientes necesitaban más cosas de su móvil y supo dárselas. Pero creyó que su cliente solo lo necesitaba para hacer negocios. Luego, cuando fue evidente que había un gran mercado en los particulares y que estos tenían otras necesidades que se satisfacían mejor con otra tecnología, estuvo segura de que los clientes corporativos no la usarían. No entendió al cliente y no vio que el ejecutivo también es una persona y usa el teléfono indistintamente en su vida personal y profesional y que si se acostumbra a una tecnología la quiere en todas partes.
Tras analizar los peligros viene la buena noticia es que tenemos soluciones y que si bien no se puede vivir para siempre si se puede renacer de vez en cuando. Lo que se necesita es una actitud de aprendizaje continuo. Un emprendimiento constante introducido como una actividad más como la logística o el control de coste o la venta.
Como ya he mencionado antes herramientas no nos faltan la formación continua para empleados y empresarios como la que nos facilitan desde AQUORA., el Lean Start Up aplicado a la empresa, INTELIGENCIA COMPETITIVA, CANVAS, LEAN CANVAS, COOLHUNTING.
Resumiendo otra cosas más que hacer en la empresa. Pero al fin y al cabo si estamos en este mundo de los negocios es que quizás no queremos vivir para siempre. Y bien quién quiere vivir para siempre pudiendo renacer cada cierto tiempo, y encima más sabio.
*Esta frase era repetida por un esclavo a los generales romanos mientras celebraban el “triunfo” máximo honor que se les podía conceder.