Si hace unos años alguien me hubiera preguntado ¿cuál es tu propósito?, es muy probable que no hubiera sabido contestar, pues seguramente me habrían asaltado bastantes dudas, mi mente se habría quedado confusa y probablemente mi parte racional habría contestado algo para salir del paso, no la emocional que ni siquiera la habría considerado en aquel momento, atendiendo a la lógica de la situación en la que me encontrase y a mi momento de exigencia profesional.
Sin embargo para contestar en ese momento estoy segura de que no habría considerado otras cuestiones que desde mi punto de vista hoy son de suma importancia para descubrir cuál es nuestro propósito, dónde se encuentra la verdadera energía que nos mueve a decidir, a actuar y a sentirnos más o menos satisfechos con el resultado logrado.
¿Cuáles son las razones por las que ocurre esto?
Pues en mi caso concreto y en primer lugar porque hasta hace poco tiempo en ninguna ocasión de mi vida había sido consciente de la necesidad de tener claro el propósito , el para qué verdadero que me movía a emprender tal o cual cosa, a tomar una decisión u otra a mantener una actitud o la contraria, y es que la falta de aprendizaje sobre uno mismo conlleva un estado de inconsciencia adormecedor que nos permite funcionar con el piloto automático día a día, con las prisas y urgencias cotidianas, con las normas aprendidas, “dando la talla en todo momento”, sin cuestionarnos ese para qué de las decisiones, ajenos al impacto que los efectos de las mismas pueden tener no solo en nosotros mismos como individuos sino en nuestros entornos: familiar, laboral, de amistad y de relaciones con la sociedad.
En segundo lugar por la falta de identificación de los valores personales, y no me estoy refiriendo a valores religiosos, sino a los valores que se encuentran arraigados en nuestro interior a aquellos que están ahí pero no reconocemos, no los sabemos identificar con claridad, nos falta la consciencia para nombrarlos y es muy posible que solo conectemos con ellos si nos encontramos en una situación extrema, permaneciendo ocultos el resto del tiempo en las diferentes situaciones en las que nos desenvolvemos a nivel cultural, social, laboral y educativo. Esta nueva inconsciencia de igual forma contribuye a la falta de conocimiento sobre uno mismo y también a la falta de congruencia necesaria para vivir una vida emocional madura y satisfactoria.
En tercer lugar hay un aspecto también importante y es el de la alineación interna, alineación entre lo que sentimos( nuestros valores internos) lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos. Es importante aprender a resolver los conflictos que surgen entre todas esas partes de una misma persona, aceptar que esto es algo natural en el ser humano y que necesitamos identificarlo para gestionarlo y resolver los conflictos internos que nos plantea, forma parte también de esa madurez emocional que necesitamos para vivir una vida mas satisfactoria.
Todas estas cuestiones que parecen de sentido común y que al mismo tiempo son tan decisivas para nuestro crecimiento personal y nuestra felicidad como individuos es difícil aprenderlas por uno mismo, necesitamos crear los entornos de aprendizaje adecuados para descubrirlas, los espacios de confianza necesarios para permitir ese conocimiento que aporte luz a nuestra individualidad y definitiva asumir la responsabilidad personal y conciencia necesaria para crecer y madurar en cualquier etapa de nuestra vida.
¿Cuál es tu propósito?, ¿para qué?, ¿en beneficio de quién?, ¿con qué está alineado?