Muchas veces nos encontramos ante situaciones complejas y complicadas que nos provocan sensaciones angustiosas. Se dan en la vida cotidiana todos los días, el tráfico, situaciones familiares, pero muchas de ellas tienen origen en un contexto laboral. En estas situaciones por ejemplo hay que enfrentarse a compañeros de trabajo que defienden su “territorio” – aquí siempre se han hecho las cosas así – y ante esa actitud las opciones que se nos plantean no son muchas.
Sirva de ejemplo una empresa que tras varios meses de tediosas negociaciones con un importador brasileño consigue hacer su primer envío. El proceso ha sido largo, comenzó en septiembre, y tras tres meses de tiras y aflojas recibe OK para elaborar y cargar la mercancía.
Esta historia podría ser la de muchas empresas españolas que ahora más que nunca se lanzan a la internacionalización como salvavidas de su negocio. La caída del consumo doméstico ha abierto las puertas del comercio exterior a la mayoría de empresas, para alegría de nuestra balanza comercial que venía siendo deficitaria desde hace varios años.
El empeño de la empresa por empezar a operar en Brasil ha sido la clave para llegar a este punto. Durante meses el departamento de exportación ha oído los comentarios de muchas personas poniendo el acento en la queja y en el tedio de un proceso burocrático que puede volver loco a más de uno. ¿Y por qué se actúa así? En mi opinión porque es más fácil defender un “territorio” que aprender a cambiarlo. Es más cómodo quedarse en “el valle de los esques” que aventurarse a conseguir el éxito con nuevas operaciones y formas de entender el negocio.
Para conseguir finalmente el éxito de la operación la clave ha sido mantener siempre una actitud correcta para hacer que el proceso no se detuviera. Siempre se habla de tener el objetivo claro, pero para mí lo más importante, es hacer partícipes del proceso al resto de los compañeros. Una actitud que permitiera liderar el proyecto, haciendo del objetivo una idea común para todos los integrantes.
En este punto, y volviendo a la defensa del “territorio” que decía al principio, es necesario saber comprender las reticencias que muestra un compañero cuando hay un cambio en los procesos y en las costumbres. El hecho de entender y hacer parte de uno mismo la nueva situación, es lo que lleva a superar el enfrentamiento. Para llegar a conseguirlo es necesario mantener una actitud positiva, comprensiva y colaborativa. Eso y evitar ser condescendiente.
Los departamentos de exportación de las empresas españolas han sido siempre islas dentro de las organizaciones. Hasta hace poco en la cultura empresarial nacional ha primado el mercado doméstico porque no existía la necesidad de empezar a vender fuera de España. En este sentido, hasta ahora cómo tratar con un cliente del norte o del sur tenía sus diferencias, pero todas comunes a un perfil latino. Por este motivo el resto de departamentos dentro de una organización no han necesitado cambiar el chip hacia nuevas formas de entender el negocio y adaptarse a la nueva situación del mercado global.
Y aquí es donde entra de lleno el cambio de actitud. Las cosas ya no se pueden hacer como siempre porque el resultado que se busca ya no es el mismo. Para poder cambiar es necesario mirar hacia delante con otros ojos, y eso conlleva un cambio de actitud.
Pertenezco al grupo de profesionales que “lleva mucho tiempo en esto” y mi actitud ha sido siempre positiva hacia la modernización, el cumplimiento de objetivos comunes a corto y largo plazo, la incorporación de la tecnología por duro que sea y la formación continua. A pesar de todo ello, resulta muy difícil adaptarse a los rápidos y numerosos cambios que exige la sociedad actual. Hay que enfrentarse a veces al “todo vale”, a la falta de reconocimiento del trayecto anterior y muchas cosas más. A veces es necesario la llegada de un joven profesional con esa idea de equipo y con el respeto hacia el camino ya andado para que el camino común sea mejor.