Reconozco ser un fan del refranero popular, y una de mis frases favoritas es “Sólo nos acordamos de Santa Bárbara, cuando truena”…
Esto mismo pensaría algún ex-presidente si sucediera una catástrofe medioambiental provocada por un petrolero, o si se oyera la palabra “crisis” en ciernes de algún periodo electoral. El político, igual que el empresaurio, prefiere ignorar la realidad cuando llega, para intentar justificar su falta de preparación ante un evento que estadísticamente sucederá al 100% de los dirigentes, ya sean de un país, de una empresa, o de su propio hogar.
Los líderes mediocres están demasiado entretenidos escuchando sus hordas de asesores, preparando campañas de marketing, perfilando bigotes y cejas, y “conquistando” a los medios de comunicación, para pararse a reflexionar y pensar como solventar la contingencia cuando surja.
Los adalides del management están extremadamente ocupados como para reconocer la situación de crisis y no tienen tiempo de pensar en sus causas y efectos. Creen que no es necesario prevenir y prepararse, y menos aún tener un plan de acción dirigido al público potencial. Los empresaurios son seres superiores, cómo algún mandatario futbolístico, y por lo tanto no necesitan de un equipo para gestionar los problemas graves. Además, son tan sumamente inteligentes que se permiten prescindir de personas más inteligentes que ellos, ni siquiera están obligados a decir la verdad, y mucho menos, a pedir perdón, ni por supuesto, a dar las gracias.
Lo que el lidersauiro no sabe es que el la media de vida de la empresas es de 12 años, y todavía menor en los cargos políticos, porque precisamente, para lo que único que no hace falta estar preparado es para coger las de Villadiego…
P.D. Este post va dedicado a un grande de la historia de España. #Luis Aragonés. Un manager sin pasión, nunca será un buen manager. #hastasiempreluis.