El orden y la correcta organización del espacio contribuyen al equilibrio emocional de las personas, ya que como la Neuroarquitectura está poniendo de manifiesto, la influencia que el entorno artificial ejerce sobre las mismas está directamente relacionado con los estados de ánimo.
Trabajar en espacios ordenados y funcionales tiene repercusiones positivas en la actitud que tenemos hacia el trabajo, mejora nuestro bienestar, y esto se traduce en una mayor implicación en la consecución de los objetivos o del cumplimiento de las tareas asignadas, al eliminar distracciones superfluas derivadas de una ineficiente distribución de los espacios y una desordenada disposición de los utensilios y materiales.
Además una correcta gestión del espacio incrementa la eficiencia y la productividad al contar con entornos de trabajo ordenados y bien distribuidos, donde el acceso a los utensilios y materiales compartidos se rige por unos principios de racionalización y sentido común, en sintonía con el espacio.
Por otro lado la creciente tendencia del teletrabajo y la autogestión o la modificación y modernización del concepto de oficina, convertida en un espacio abierto en el que las relaciones interpersonales facilitan la comunicación de los equipos de trabajo, hacen si cabe más imprescindible la presencia del orden como elemento priorotario.
El asesoramiento para las empresas en este ámbito, a menudo considerado no relevante, tiene como objetivos la detección, enfoque y resolución de problemas generados por una errónea distribución, así como la implementación de sistemas y métodos que contribuyan al mantenimiento del orden, ambos aplicables tanto a zonas compartidas como a puestos unipersonales o de autogestión.
Los momentos de cambios en las empresas pueden sacar a la luz este tipo de problemas: cambios de oficina o mobiliario, modificación de plantillas, nuevos sistemas de trabajo…. Es el momento adecuado para realizar un análisis espacial del entorno laboral y preparar un plan de actuación.
En este contexto la visión de un externo, especializado en la gestión de espacios, contribuye de manera significativa y de forma colaborativa a obtener resultados concretos que redundan en beneficios directos para la empresa y sus empleados.
Tras una primera entrevista y reconocimiento físico del espacio para detectar los focos de desorden que pueden están afectando directamente al desarrollo del trabajo, el organizador personal realiza un informe en el que se presupuesta un plan de actuación que puede incluir también la búsqueda de mobiliario, complementos de ordenación y otro tipo de suministros y servicios que puedan ser necesarios para la correcta consecución del mismo.
La formación especifica de los equipos de trabajo orientada a técnicas de gestión de espacios, y recursos que permitan identificar las causas del desorden, actuar para eliminarlo y trabajar para mantenerlo, es otra forma de incorporar el orden al día día en los entornos laborales.
Ana Samper, organizadora personal de Orden y Con Cierto