El mundo de la moda, por su naturaleza cambia muy rápidamente. El nuevo modelo de comunicación marcado por las redes sociales y el mundo digital, han multiplicado exponencialmente las fuentes de información del consumidor.
Es muy importante saber cómo los consumidores toman decisiones a la hora de comprar moda para poder anticiparnos a las tendencias de comportamiento con el objetivo de satisfacer sus necesidades.
Hoy en día el bombardeo que recibimos por parte de las marcas y firmas de moda es inconmensurable, captar la atención de nuestro público es todo un reto. Por ello, las marcas ahora están creando secciones editoriales sobre tendencias y asesoría de estilo, concursos, comunidades online que fomentan la participación y la opinión de los compradores. Parece que han entendido que los consumidores de hoy son “prosumers”, es decir, se involucran tanto en el producto que pueden llegar a formar parte activa de la creación del mismo. El simple hecho de crear un blog, opinar en un foro o comentar algo en Facebook ya nos convierte en prosumidores, puesto que estamos generando contenido.
La extrema facilidad para la creación individual de contenidos por parte de los usuarios crea un nuevo escenario: cada vez más gente percibe el potencial de compartir pensamientos y opiniones con los demás. Para algunos, esto se ha convertido en una oportunidad no solo de publicar contenidos en su propio blog, sino también de colaborar con marcas y de hacer su de hobbie por la moda un negocio.
Llegar al punto de sacar dinero de un blog de moda no es tarea sencilla. Aquellas personas que lo han conseguido son hoy en día influencers muy potentes para los consumidores de moda. Por un lado su imagen se acerca más a nuestra realidad, no nos venden la belleza de catálogo, sino una imagen más cotidiana, y por otro lado dan ideas de looks con la moda que tenemos a nuestro alcance. Esto a las marcas les encanta porque ven potenciales clientes en todos aquellos consumidores de los contenidos de sus bloggers favoritas. Sin embargo se corre un grave riesgo: que se note demasiado la publicidad. Si eso ocurre, habrán perdido la credibilidad.